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viernes, 24 de octubre de 2008

GRANJAS SOLARES


Publicado en Red Circle nº 16
ENERGÍA SOLAR
Renato Bernasconi


De aquí al 2030 invertiremos 22 trillones de dólares en infraestructura energética. Atento a esta predicción: al final de este siglo vamos a obtener del Sol el 70% de la energía que usemos. En este mismo instante, decenas de empresas compiten por planificar, construir y operar la granja solar más grande del mundo. Nuevas fábricas de paneles solares están entrando en fase de producción masiva, un escenario posible gracias al permanente subsidio de muchos gobiernos que luchan decididamente por reducir las emisiones de CO2; y por producir conocimiento.

El Sol es, lejos, la mayor fuente de energía que tenemos. Aunque está a unos 150 millones de kilómetros de distancia, no necesitamos cables, oleoductos, ni nada para traer aquí, a la Tierra, una parte significativa del calor que irradia. Para hacerse una idea del potencial energético del Sol, basta saber que la radiación que recibe la Tierra es 7.500 veces más que el total de energía primaria que consumimos. Es decir, hay de sobra para rato. La cosa es recolectar toda esa radiación. Al final de este siglo seremos expertos y obtendremos de nuestra estrella el 70% de la energía que necesitamos, según proyecciones del Consejo Asesor para el Cambio Climático de Alemania, país líder en energías renovables.

Recordemos que hay varias formas de aprovechar la energía del Sol. La más básica, y también la más desarrollada en el mundo, es a través de colectores térmicos (también conocidos como paneles termo solares) que se usan para calentar agua u otros líquidos, alimentos y aire. Casi siempre, los paneles que se ven en los techos de las casas son de este tipo. Hoy, el mercado de paneles termo solares crece a más del veinte por ciento anual. La expansión de esta tecnología se debe, en buena parte, a la adopción de políticas públicas y estímulos fiscales.

Otra cosa, totalmente diferente, son los paneles fotovoltaicos, que no se usan para calentar, sino par producir electricidad. En su forma más simple, sirven para suministrar energía a lugares donde la red eléctrica no llega, como estaciones meteorológicas, los teléfonos de emergencia que vemos al costado de la autopista, o antenas de comunicación emplazadas en zonas extremas. Mediante sistemas de conversión, la electricidad producida por un grupo de paneles fotovoltaicos puede también ser inyectada a la red. En algunos países europeos existen mecanismos para que las estaciones fotovoltaicas vendan la energía producida directamente al distribuidor.

El gran negocio está en transformar radiación solar en electricidad. La venta de paneles fotovoltaicos creció a un ritmo sostenido de veinte por ciento anual durante los noventa. En la Unión Europea, donde operan las granjas solares más grandes de este tipo, la cifra llegó a treinta. Y ni siquiera la escasez de materias primas en el mercado (silicio de calidad metalúrgica), detiene el crecimiento de estas tecnologías. De hecho, la venta de paneles fotovoltaicos crece al fenomenal ritmo de 35 por ciento al año. Y ahora que comienza la era de las mega granjas, el precio de la energía solar será más competitivo que el del petróleo. Sol para todos.

Un vistazo al futuro inmediato: en pocos meses abrirá sus puertas la granja fotovoltaica más grande del mundo, tan grande que duplicará holgadamente la potencia de la mayor granja fotovoltaica en operaciones. No estará en Alemania, como sus antecesoras, sino en Portugal, nada menos que en el lugar con más radiación solar por metro cuadrado de Europa. En 250 hectáreas, la central de Amareleja producirá suficiente energía para abastecer a 30 mil hogares (es decir, corriente de sobra para una ciudad completa como Villarrica). Un trozo de tierra que comenzó el milenio como un terreno abandonado de propiedad fiscal está por convertirse en un icono de eficiencia y esperanza.

Aunque está en suelo portugués, la central es española y tiene un único dueño: Acciona, una empresa con casa matriz en Navarra que ha instalado 192 parques eólicos por todo el planeta, con una potencia que corresponde al 6% de la instalada en el mundo. Hasta hace poco, Acciona era únicamente el gigante de la energía eólica (es dueña de 134 parques ubicados en 10 países: España, Estados Unidos, Canadá, Alemania, Australia, Italia, Grecia, Hungría, India y Portugal). Hoy, la empresa se está metiendo fuerte en el tema solar. Cuenta con su propia tecnología: los seguidores Buskil. La granja contará con 2.520 seguidores de 13 metros de largo por 10,8 metros de alto (141 m2 de superficie cada uno). Sin duda, Amareleja será un referente para el desarrollo de la energía solar. Y un polo para el turismo y la educación.

Aunque la producción de la central de Amareleja alcanzará los 45 Megawatios, estará lejos de ser la granja solar más grande del mundo. Si bien ostentará el récord de la más grande del tipo fotovoltaico, al lado de otras que funcionarán con otros principios, Amareleja es juego de niños. El proyecto de energía solar más grande sobre la Tierra está siendo construido en el desierto de Mojave, en California, estado que concentra el mayor número de vehículos híbridos de Estados Unidos. Se trata de una mega granja térmica que inicialmente producirá 500 Megawatios y cuya capacidad podrá ser ampliada a 850 (están instalando 20 mil espejos de 12 metros de altura). La granja, conocida como Sun One, está ubicada en el condado de San Bernardino. Su dueño, Stirling Energy Systems, aseguró, a través de un contrato con la estatal Southern California Edison, la venta de la electricidad por 20 años. En el fondo, el estado de California está subsidiando la producción masiva de paneles Stirling. Obviamente, el objetivo es inyectar recursos para que la empresa siga innovando y capte parte importante del multimillonario mercado de la energía solar.

Al igual que Acciona, Stirling cuenta con un sistema propio, el motor Stirling, un dispositivo térmico que opera con un principio inventado hace casi 200 años por el reverendo escocés Robert Stirling. Básicamente, el motor funciona a partir de la expansión y contracción de un gas, en este caso, hidrógeno. Para captar el calor del Sol, Stirling desarrolló el Sun Catcher, un sistema diseñado para seguir los rayos solares que concentra la energía en una unidad de conversión.
Pero los días de Sun One como el proyecto solar más grande del mundo están contados, ya que la misma Stirling está por comenzar a implementar un segundo proyecto, el Sun Two, que también estará ubicado en California y en su segunda fase tendrá una capacidad de 900 Megawatios. Como en el caso anterior, la energía está vendida por 20 años, esta vez a la compañía eléctrica de San Diego.

También la central portuguesa de Amareleja podría ser sobrepasada pronto, perdiendo así su título de “la granja fotovoltaica más grande del mundo”. Así como California está estimulando la innovación, el gobernador de Nuevo México quiere transformar a su estado en “la Arabia Saudí de la energía renovable”. Para conseguirlo, decretó un 30 por ciento de reducción tributaria para dichas energías. El anuncio tuvo repercusiones inmediatas y ya se anunció la instalación de tres mega granjas, la mayor de ellas, cerca de Deming. Con una producción de 300 Megawatios, esta última funcionaría con paneles fotovoltaicos de tecnología propia, los que serán producidos en una planta contigua. Sin embargo, el nivel de la inversión (1.600 millones de dólares) y la escasa experiencia de las dos empresas involucradas (New Solar Ventures y Solar Torx) arrojan una sombra de dudas sobre su ejecución.

La que sí está levantando lo que podría ser la mayor granja fotovoltaica en el planeta es BP Solar, una división del gigante de la energía BP. El año pasado, la compañía anunció la ampliación de la planta que maneja en su sede de Tres Cantos, España, donde también existe una granja y un centro de educación ambiental para visitantes. La producción de la fábrica servirá para ampliar a 300 Megawatios la potencia de la granja existente, lo que la transformaría en la más grande de su tipo. BP Solar cuenta con una tecnología que, en su mayor parte, es propiedad de la empresa. Y tiene en sus manos una ventaja enorme: contratos firmados para garantizar el acceso preferente a silicio de grado metalúrgico, la materia prima. Además de la planta de Tres cantos, BP está construyendo la fábrica de módulos solares más grande de Europa en Puertollano (Castilla - La Mancha). Para atraer estas inversiones el gobierno español obligó a los servicios públicos a comprar energía renovable. Así, España se está convirtiendo rápidamente en la meca de la energía Solar.

Volvamos a las granjas. Y a los apoyos del estado. De aquí a tres años estará terminada en Arizona la mega granja de Solana, que tendrá capacidad para generar 280 Megawatios (suficiente para unas 70.000 casas, es decir, de sobra para toda una ciudad como Linares). En Arizona, los termómetros llegan fácil a más de 40 grados Celsius. Aprovechando esta oportunidad, la compañía española Abengoa instalará una planta termo solar en las cercanías de Gila Bend, Phoenix. Como en los casos anteriores, la venta de electricidad está asegurada a través de un contrato a treinta años con el Servicio Público de Arizona, la mayor empresa eléctrica del estado.

Fuera de Estados Unidos y Europa también se están anunciando mega granjas. Es que desiertos hay por todos lados. El gobierno de Israel, comprometido con obtener del Sol el cinco por ciento de la electricidad que necesite el país el 2025, está buscando compañías internacionales que construyan y echen a andar dos proyectos en el desierto del Negev, donde la temperatura llega a los 50 grados Celsius. La idea es ambiciosa, entre las dos granjas deberían producir el tres por ciento de la electricidad nacional. En este caso, el tema de la seguridad es crucial. Por eso, no se sabe mucho.

Otro caso, el único en el hemisferios sur, es el de Mildura, en Australia, donde ya hay varias granjas, aunque ninguna tan grande como la que TRUenergy planea tener operativa el 2013. La planta prevé generar energía libre de emisiones para 45.000 hogares (el equivalente a una ciudad como Vallenar). Aquí también hay apoyo estatal: el proyecto ha obtenido unos 120 millones de dólares de las arcas públicas, además de la inversión privada de TRUenergy, filial de CLP Power Asia (una compañía con sede en Hong Kong). El gobierno australiano financia parte de la granja porque quiere apoyar una tecnología específica, desarrollada por la empresa local Solar Systems, que el 2006 alcanzó el record mundial de eficiencia con los paneles fotovoltaicos desarrollados por sus científicos (la empresa ha patentado diez inventos en diversas áreas).
Está claro que la energía solar dejó de ser una alternativa para convertirse en una realidad.

Felizmente, en las próximas décadas, empresas como Acciona y Abengoa serán tan familiares para nosotros como Telefónica y Banco Santander. Tarde o temprano, el desierto de Atacama contará con una granja. Pero, aunque tengamos el desierto con más radiación del planeta, ninguna empresa chilena habrá desarrollado la tecnología implicada. Así como estamos, completamente desprovistos de políticas que fomenten la energía solar, es probable que ni siquiera fabriquemos los paneles en nuestro suelo. Ni los seguidores, ni los convertidores. Ni nada. El sol es gratis, pero habrá que importarlo.



Fuentes:
Revista Foreign Policy. http://www.fp-es.org/
Consejo Mundial de la Energía. http://www.worldenergy.org/
http://www.acciona-energia.com/
http://www.abengoa.es/
http://www.bp.com/
http://www.stirlingenergy.com/
http://www.solarsystems.com.au/



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Clasificación por tecnologías y su correspondiente uso más general:
Energía solar pasiva: Aprovecha el calor del sol sin necesidad de mecanismos o sistemas mecánicos.
Energía solar térmica: Para producir agua caliente de baja temperatura para uso sanitario y calefacción.
Energía solar fotovoltaica: Para producir electricidad mediante placas de semiconductores que se excitan con la radiación solar.
Energía solar termoeléctrica: Para producir electricidad con un ciclo termodinámico convencional a partir de un fluido calentado a alta temperatura (aceite térmico)
Energía solar híbrida: Combina la energía solar con la combustión de biomasa, combustibles fósiles, Energía eólica o cualquier otra energía alternativa.
Energía eólico solar: Funciona con el aire calentado por el sol, que sube por una chimenea donde están los generadores.
Fuente: Wikipedia
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Liga europea de energía renovable (incluye hidráulica)
porcentaje de energía renovable, 2005

Suecia: 39.8%
Letonia: 34.9%
Finlandia: 28.5%
Austria: 23.3%
Portugal: 20.5%

Fuente: guardian.co.uk

IMPUESTOS VERDES



publicado en Red Circle nº 15
Reforma fiscal verde
Por Renato Bernasconi

Mientras la receta imperante indica que hay que reducir los impuestos a trabajadores y empresas, algunos países como Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda y Finlandia se embarcaron en la denominada ‘reforma fiscal verde’, un modelo en que nuevos y muy variados impuestos ambientales juegan un papel fundamental. Hágase una idea: la tesorería de Noruega recaudó 92 millones de dólares en el 2006 sólo por el gravamen que en ese país recae sobre los envases desechables. La reforma tiende a eliminar distorsiones estructurales en el sistema económico, tales como los subsidios inadecuados a la energía y el transporte, o hacer pasar el impacto ambiental como una “externalidad negativa”. De pasada, busca dar una señal a los mercados.

A primera vista, los impuestos parecen estar en franca decadencia. El impuesto a la renta, por ejemplo, está en retirada universal. Pero no todos los tributos están desapareciendo de la faz de la Tierra. Desde comienzos de los años noventa, e impulsados por los entonces poderosos partidos ecologistas, los países nórdicos de Europa echaron a andar una ‘reforma fiscal verde’, con toda una batería de nuevos impuestos ambientales, la mayoría inspirados en la lucha contra los gases de efecto invernadero: impuesto al carbón, impuesto al petróleo, impuesto a los motores, a las emisiones de CO2, al aceite mineral, al sulfuro... Esta reforma, inspirada en el principio “el que contamina paga”, comenzó a ser aplicada en Suecia (1991), Noruega (1992), Dinamarca (1994), Holanda (1995) y Finlandia (1997), países que parten de una filosofía común y aplican el mismo conjunto de soluciones.

Desde el punto de vista técnico, la reforma apunta a un ajuste estructural de la economía. En primer lugar, tiende a “internalizar” el costo que una determinada actividad tiene sobre el medioambiente. Esto significa que si un agente económico afecta el bienestar de otras personas contaminando el aire, el agua o cualquier otro recurso, debe pagar por ello. Así, la contaminación deja de ser vista como una “externalidad negativa” (en la que el costo de devastar los recursos naturales recae sobre un tercero que no interviene en el proceso productivo, que suele ser nada menos que la propia víctima del desastre). En el nuevo escenario, se impone una lógica muy simple: si una fábrica puede contaminar menos a bajo costo, buscará reducir las emisiones para evitar el pago fiscal. Por el contrario, si su capacidad de descontaminar es pequeña y costosa, entonces estará dispuesta a pagar el impuesto.

Por el lado de los consumidores también se aplica una lógica sencilla: todos aquellos productos, o incluso costumbres, que se quiere hacer desaparecer, van con sobreprecio. Que el mercado, tan eficiente para muchas cosas, se encargue también de limpiar la cadena de consumo. Si usted vive en Europa e insiste en preferir productos con envases sobredimensionados, pague más. Solucionado el problema. Pague también un dinerillo extra si le gusta ese vinito andino que salió de un valle perdido en un camión nocturno, ese que después viajó semanas en un petrolero de la flota mercante Panameña. El que llegó a Rotterdam y con gran prontitud fue cargado en un monstruoso diesel que aplanó 800 kilómetros de autopista, el mismo que llegó a la bodega de alguno de los mayoristas de su ciudad, en fin, el que pagó varias veces su precio por recorrer el mundo encerrado en máquinas humeantes, todo para llegar a la góndola de su supermercado. Desista. Use otra cosa. Y haga lo correcto: prefiera productos de menor impacto en su amenazado planeta.

Noruega es un buen ejemplo del éxito que han tenido estas reformas. La experiencia de dicho país con impuestos verdes data de 1971, cuando las autoridades decidieron gravar el azufre del aceite mineral. Hoy, los noruegos tienen impuestos que gravan desde gases de efecto invernadero hasta envases de bebidas (el 5,5% de los impuestos percibidos por el fisco proviene de gravámenes ambientales y relacionados con la energía). Y cómo no: parte de la recaudación va a financiar programas de innovación tecnológica que generen productos seguros para el medioambiente.

Para que se haga una idea: en la lista de impuestos verdes aplicados en Noruega aparecen 21 cargos diferentes, desde el tradicional permiso de circulación de los automóviles hasta el gravamen que le aplican al envase de las bebidas. Hay impuestos a los automóviles que funcionan con diesel, a la emisión de gases de efecto invernadero, a los motores marinos, al uso de sulfuro, a los pesticidas... por uno de ellos, el que grava a los condenados envases de bebida, el fisco local recaudó nada menos que 75 millones de dólares el 2006. Otro impuesto, el que cobran por los envases desechables en general, reportó 92 millones de la moneda norteamericana a las arcas fiscales. Y si le parece que esas cifras son grandes, vea estas: 1.321 millones por el impuesto al petróleo, 3.000 millones por registros de vehículos a motor, 952 millones por consumo de electricidad. Para nosotros, esos montos son monstruosos. Compare: la tesorería chilena recaudó 9.000 millones de dólares por todo el impuesto a la renta en 2006. El total de impuestos que recauda nuestro fisco, incluyendo todo, el impuesto a la renta, el I.V.A. el impuesto a la bencina, al Kino, al tabaco, al alcohol, a los actos jurídicos, y cuanto impuesto existe, es de 26.000 millones de dólares (2006).

Tradicionalmente, la mayor parte de los países utilizaban instrumentos legales para la protección del medioambiente, siguiendo un esquema regulatorio que se podría resumir así: el estado crea normas, fiscaliza su cumplimiento y castiga al que sale de los márgenes circunscritos por la ley. Es el caso de Chile y sus reglamentos, normas de emisión, estudios de impacto ambiental, etc. Los impuestos verdes, en cambio, forman parte de una batería de instrumentos económicos, entre los que se cuentan también los gravámenes (por ejemplo, el que se aplica en las ciudades de todo el mundo a la recogida de basura) y los incentivos fiscales, además de los nuevos permisos de emisión negociables.

Un dato importante: en todos lados los nuevos tributos van acompañados de una considerable reducción de otros impuestos. Así, los contribuyentes no han sentido más pesada su carga impositiva, y los respectivos gobiernos cuentan con un buen volumen de dinero para financiar sus programas. En algunos países, como Suecia y Dinamarca, se redujo el impuesto a la renta; en otros, como Holanda y Alemania, se rebajaron las contribuciones a la seguridad social, tanto para las empresas como para los trabajadores. Por eso se habla de una “reforma” tributaria.

Vamos al detalle. La reforma fiscal verde está basada en tres puntos. El primero de ellos es la eliminación o reducción de subsidios ambientalmente nocivos. Aunque parezca absurdo, en casi todos los países del mundo existen todavía instrumentos que fomentan la destrucción del medioambiente. Es insólito, pero lamentablemente los ejemplos sobran. Estamos hablando de cosas tan extendidas como los subsidios a la agricultura convencional (en gran parte responsables de la degradación del suelo y la sobreexplotación de la Tierra) y a la pesca industrial (que provocaron una dramática reducción de las poblaciones de peces). Además, el mundo “civilizado” cuenta con otros subsidios menos directos, vinculados a disposiciones tributarias específicas (como variaciones de la tasa impositiva o exenciones), que también resultan nocivos para el medioambiente y felizmente están en vías de extinción. Veamos un ejemplo: hace unos años el carbón, que como sabemos es el combustible más contaminante, sólo tenía carga tributaria en cinco países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en los cuales, como si fuera poco, los principales usuarios se benefician de numerosos descuentos y exenciones fiscales. No en vano, el carbón ha sido en casi todos los países el primero en recibir el peso de los impuestos.

La lista de subsidios nocivos es larga. Aunque parezca increíble, el sector del transporte, que es una de las mayores fuentes de contaminación, también goza de subsidios indirectos, aportando varias barbaridades al menú. Un ejemplo evidente es la práctica generalizada de aplicar al diesel un gravamen inferior al de otros combustibles, lo que contribuye a que cada día haya más vehículos con motores diesel (que son más contaminantes y ruidosos), y al rápido aumento de los fletes por carretera. Además, en muchos países hay otros subsidios indirectos, tales como la posibilidad de deducir los gastos del transporte laboral diario, o la exclusión de los vehículos de las empresas en la renta imponible.

El segundo punto de la reforma es la reestructuración de los impuestos existentes conforme a criterios ambientales. La idea es aumentar la carga fiscal a los productos y actividades más contaminantes. A modo de ejemplo, en muchos países se creó un impuesto diferencial para las gasolinas con y sin plomo. En casi todos los casos esto ha acelerado la desaparición de la primera de los mercados. En materia de reestructuración el candidato ideal para someterse a cambios es el sector de la energía, que es tanto una de las principales fuentes de contaminación como de ingresos tributarios. Otro sector, muy vinculado, es el transporte.

El tercer sostén de la reforma es la introducción de nuevos impuestos ambientales, ya sea a las emisiones (por ejemplo, de CO2) o a los productos (envases, fertilizantes, pesticidas, pilas, baterías, sustancias químicas, lubricantes, etc.). En la lista de nuevos impuestos aparecen cobros que para nosotros parecen ciencia-ficción. En Dinamarca, por ejemplo, se aplica un impuesto especial a los platos y cubiertos desechables. Aunque parece insignificante, el gravamen reportó al fisco danés nada menos que 20 millones de dólares el año 2005). En Holanda, por su parte, se cobra por la extracción de agua subterránea (por este concepto el fisco holandés percibió 212 millones de la moneda americana en 2005). Y en Suecia se cobra un impuesto destinado a reducir y almacenar los deshechos radioactivos (sólo por este concepto, el fisco sueco recaudó 88 millones de dólares el 2006).

Obviamente, los impuestos ambientales no son precisamente populares. Así como ocurre entre nosotros, en Europa a nadie le gusta pagar más. Para dar algo de legitimidad a las medidas, las principales decisiones de la reforma se han tomado a través de procesos participativos. En varios países se han creado con éxito “comisiones de impuestos ambientales”, las que reúnen a los interlocutores de los sectores público y privado en una labor conjunta. Ahí participan las instancias gubernamentales (ya sea ministerios de economía o medioambiente), representantes de los sectores productivos (agricultura, energía, transporte, manufactura), así como organizaciones no gubernamentales. Así y todo, algunos gobiernos, como el francés, han debido olvidar algunas reformas planteadas, como la reestructuración del impuesto a las gasolinas para vehículos.

Por lo pronto, iniciativas como la reforma fiscal permiten hablar de una nueva “economía verde”, un concepto que llena el escenario de optimismo. Se va demostrando que no es contradictorio, ni mucho menos imposible, conciliar los intereses del mercado con la protección del planeta. Literalmente, la protección se impone.

Fuentes:
CEPAL
OECD
SOFOFA
Universidad de Vigo
CONAMA
PNUMA

DONGTAN




China/
La revolución urbana



publicado en Red Circle nº 13
Renato Bernasconi

Las autoridades de Shanghai, la mayor ciudad del país más dinámico del globo, apostaron fuerte a un negocio tan lucrativo como innovador: crear la primera ciudad sustentable del mundo. La nueva ciudad estará ubicada en una isla que se encuentra en la desembocadura del río más largo de Asia, el Yangtze. Y ya tiene nombre: Dongtan.
Hoy, el terreno de la futura urbe está destinado a la agricultura. Entre éste y el mar hay un humedal de 3,5 kilómetros de ancho por el que pasan, cada invierno, entre dos y tres millones de aves migratorias.



Así como están, las ciudades apestan. Lo dicen los datos: las personas que vivimos en ciudades tiramos el 75% de los gases que calientan la atmósfera de nuestro planeta. Y eso que somos apenas la mitad de la población mundial. El ritmo no da para más.

La ciudad que tiene el aire más contaminado del mundo está al centro de China, se llama Linfen y es una verdadera pesadilla: sus habitantes viven 10 años menos que el resto de los chinos, las industrias mineras tiran tal cantidad de veneno al aire que en la ciudad no se distingue nada que esté a más de una cuadra de distancia. Con cuatro millones de habitantes Linfen no es ninguna excepción en la tierra de Confucio. Tengo en mis manos el inventario de las 30 ciudades más contaminadas del mundo que elaboró el Banco Mundial, la lista está saturada de urbes chinas (aparecen 20). Como sabemos, los chinos son primeros en descargar gases de efecto invernadero (ya superaron a los norteamericanos).

Ahora tome aire: las ciudades chinas comenzaron a recibir un inédito maremoto de inmigrantes. Según expertos en migraciones, están en la misma situación en la que vimos a Europa cuando promediaba el Siglo XIX y los campesinos abandonaron sus granjas para convertirse en obreros. Puro progreso. El gobierno central chino calcula que en los próximos 15 años se dejarán caer 300 millones de nuevas almas en las ciudades del país. La cifra equivale a toda la población completa de EE.UU.

Pero no habrá ninguna catástrofe, los chinos están poniéndose las pilas. Hace un par de años, la Corporación de Inversiones Industriales de Shanghai contrató a una consultora inglesa, nada menos que Arup, para hacer la primera ciudad sustentable del mundo: Dongtan, la ciudad del futuro.

Arup es un gigante global de la ingeniería. Prácticamente todas las estructuras más llamativas de los últimos tiempos han sido resueltas por sus técnicos, desde la Opera de Sydney al Centro Pompidou, desde el estadio olímpico de Beijing a la futura ampliación de la Tate Gallery de Londres. La empresa tiene 9.000 trabajadores y tiene oficinas en 37 países (en Chile está presente como consultor independiente, en representación del BID, para Costanera Norte).
Hágase una idea de la envergadura del encargo que recibió Arup: el contrato de entendimiento con la Corporación de Inversiones Industriales de Shanghai fue firmado en una rimbombante ceremonia que se llevó a cabo nada menos que en el número 10 de Downing Street, residencia del primer ministro inglés. Además de los representantes de ambas partes asistieron el dueño de casa y el mismísimo dictador chino.

La sorprendente ciudad de Shanghai, única en el mundo que cuenta con un tren de levitación magnética, está a 20 kilómetros de la desembocadura del Yangtze, el tercer río más largo del mundo. Hoy cuenta con 10 millones de habitantes, lo que la convierte en la octava ciudad más populosa de la Tierra. Al norte de Shanghai, en el delta del río, se encuentra la tercera isla más grande de China; su nombre: Chongming. Dongtan, la ciudad del futuro, estará emplazada a 3,5 kilómetros de la punta este de dicha isla. Si todo anda bien en Dongtan, las autoridades planean transformar Chongming en una Eco-Isla. ¿Cómo? Al más puro estilo chino: llenándola de ciudades del futuro.

Por ahora, la Corporación de Inversiones Industriales de Shanghai habla de hacer nueve de estas ciudades (al menos tres de ellas con Arup). La corporación es el mayor grupo de inversiones internacionales del gobierno municipal y el segundo mayor constructor del país. Sus acciones se cotizan en Hong Kong. ¿Por qué tan motivada con el medioambiente? Además de las buenas intenciones de sus ejecutivos, por dos motivos. En primer lugar, porque una ciudad sustentable se hace acreedora de CERs (Certificado de Emisiones Reducidas) y eso es dinero. Alejandro Gutiérrez, el arquitecto chileno que coordina los equipos de Arup que trabajan en el proyecto, calcula que en el mediano plazo, es decir una vez que Dongtan atraiga a medio millón de personas, la Municipalidad local venderá Certificados por 22 millones de dólares al año.
El segundo motivo está relacionado con el jugoso negocio de patentar inventos verdes. Los chinos descartan seguir copiando tecnología. El presidente de China, Hu Jintao, aseguró el 9 de enero del 2006 que su país entrará en el ranking de los países más innovadores en el año 2020. Hablaba con un sólido respaldo: por esos días, la OCDE anunciaba que China desplazaba a Japón del segundo lugar en la lista de países que invierten más en investigación y desarrollo (I+D).
Los ejecutivos de la Corporación de Inversiones Industriales de Shanghai saben que operar una ciudad en son de amistad con el medioambiente encierra cientos de problemas a la espera de una solución innovadora, ya sea en el diseño de edificios ecológicos, en el transporte de personas, en la gestión de los residuos o en la energía que se usa para calentar el agua, temperar los recintos o regar las verduras. Saben que ni los molinos de viento que fabrican con tanto aspaviento los holandeses, ni la tecnología verde que inventan y fabrican los alemanes, ni ninguna de esas eco-maravillas europeas ha sido probada en serio a escala urbana. Es decir, saben que en Dongtan será posible detectar antes que en ningún otro lugar del mundo las necesidades de la ciudad del futuro. Ese conocimiento es valor en su estado más puro.

Los estándares de una verdadera ciudad sustentable son muy exigentes. No todo es cuestión de cambiar los derrochadores artilugios viejos por joyas nuevas más eficientes. Los problemas del transporte, por ejemplo, no se resuelven eliminando los vehículos a gasolina ni teniendo la más moderna flota de autobuses propulsados con celdas de hidrógeno, sino tejiendo una trama urbana que ponga las casas de la gente a menos de 15 minutos, a pie, de sus lugares de trabajo. Eso, y no otra cosa, es movilidad limpia.

Para hacer la primera ciudad sustentable, los técnicos de la consultora Arup echarán mano de toda la tecnología disponible y mucho más. Existirán colectores de agua lluvia, los gases de la basura se convertirán en energía, los edificios contarán con paneles fotovoltaicos y fuera de la ciudad habrá enormes turbinas eólicas. Hasta ahí, nada que no hayamos visto. Como el desafío es hacer que Dongtan genere el 100% de su energía, también se implementarán soluciones innovadoras, como transformar en electricidad las cáscaras de arroz que hoy se desaprovechan como si fuesen basura.

La inauguración de la ciudad está prevista para el 2010, año en que Shanghai será sede de la Exposición Universal, evento que por primera vez tendrá a la ciudad como tema (el eslogan de la Expo no puede ser más elocuente: “Mejor ciudad, mejor vida”). En principio, en Dongtan vivirán 50.000 personas en una superficie de 630 hectáreas. Los planificadores esperan que los primeros pobladores sean los ejecutivos y empleados de las empresas de turismo que reciban a los visitantes y curiosos interesados en ver el futuro en terreno. También existen planes para instalar centros de estudio de medicina tradicional china, aprovechando así la imagen saludable de la ciudad. Y por supuesto, hay amplias expectativas sobre el interés que la oferta inmobiliaria despertará en las grandes empresas de tecnología verde. ¿Cuántas eco-compañías que buscan casa en China resistirán la tentación de instalar sus oficinas en la única ciudad sustentable del mundo?

Como sea, ninguna de ellas estará tan alto como podrían hacerlo en el centro de Shanghai, ciudad que cuenta con 954 rascacielos (además de los 161 que se construyen). Porque en Dongtan ningún edificio tendrá más de ocho pisos de altura y todos combinarán los espacios de trabajo con los residenciales, una verdadera ruptura con el paradigma urbano del Siglo XX, que promovía el diseño de zonificación, al más puro estilo Santiaguino, con zonas residenciales muy bien diferenciadas de las áreas de trabajo o comercio. En la ciudad del futuro, usted viajará de su casa al trabajo por la escalera. Y si le parece que vivir y trabajar tan cerca es muy promiscuo, podrá caminar unos minutos, pasar a su lugar favorito a tomar café y seguir andando rumbo a la oficina en un ambiente libre de gases y ruidos.

La historia de Dongtan comienza a finales de los `90, cuando el gobierno municipal de Shanghai traspasó la isla de Chongming a la Corporación de Inversiones Industriales, entidad que, hasta ese entonces, no era otra cosa que la cara visible de la Municipalidad de Shanghai en Hong Kong (donde desarrollaba negocios en las áreas farmacéutica e inmobiliaria). La única condición que la Municipalidad puso a la Corporación fue que la isla permaneciera verde.
Rápidamente, los nuevos dueños encargaron estudios ecológicos para definir el negocio. Luz verde. Entonces, contactaron a tres grandes estudios de arquitectos para que desarrollaran un plan maestro. Pero a ninguno le dijeron que habría competencia. Los escogidos fueron Philip Johnson, mítico director del departamento de arquitectura del MOMA de Nueva York; la consultora Atkins, que en los últimos ocho años ha sido la mayor consultora en ingeniería del Reino Unido; y el parisino Architecture-Studio.

Los tres pensaban tener el negocio en el bolsillo. La condición impuesta por el Municipio dejaba una sola alternativa: Chongming sería convertido en un suburbio de baja densidad. Pero se destapó la olla y todo quedó en nada. Hasta que apareció Arup y vio el camino despejado para vender un servicio de “urbanismo integrado”, un concepto que la consultora venía masticando hacía un tiempo.

Por fin, en agosto del 2005, los ejecutivos de Arup se sentaron a firmar un contrato con la corporación china. El extremo de la isla ya no sería un suburbio lleno de casitas de fin de semana sino una ciudad con la densidad de Estocolmo. Y no seguiría el modelo de la ciudad jardín americana; por el contrario, Dongtan erigiría un modelo propio: el de la sustentabilidad.

Hoy, Arup y la Corporación siguen avanzando. Los últimos contratos firmados hablan de planificar hasta las estructuras sociales. Por supuesto, en la marcha se han sumado otras entidades al negocio, como la Universidad de East Anglia, institución que desarrolla un proyecto comunitario de reducción de emisiones de CO2 desde el 2003 (iniciativa conocida como CRed). Y Alsop, un estudio londinense de arquitectura y planificación urbana.

Mientras los expertos van y vienen, en el mundo crece el interés por ver en marcha la primera ciudad sustentable del mundo. Por ahora, no queda más que esperar al 2010. Quién sabe si a contar de entonces los chinos dejen atrás su imagen de depredadores sucios y se conviertan en el modelo a seguir para limpiar el planeta. Todo un cambio.


CHINA EN LOS RANKING MUNDIALES

Consumo de carbón: 1º
Consumo de petróleo: 2º
Eficiencia en negocios: 29º
Libertad económica: 129º


CHINA EN LOS RANKING DE EXPORTACIÓN

Juguetes: 1º
Armas: 25º
Televisores: 3º
Calzado: 1º
Herramientas manuales: 4º
Motocicletas: 2º
Radios: 1º

PAÍSES QUE REGISTRARON MÁS PATENTES 2006
País/Número de patentes

E.E.U.U.: 89.823
Japón: 36.807
Alemania: 10.005
Inglaterra: 3.585
Francia: 3.431

Patentes registradas por China en 2006: 661
Patentes registradas por Chile en 2006: 14


PORCENTAJE DEL TOTAL DE PUBLICACIONES CIENTÍFICAS 2004

E.E.U.U.: 30%
Japón: 9%
Inglaterra: 8%
Alemania: 8%
China: 6,5%


PAÍSES QUE EMITEN + CO2
(millones de toneladas)

China: 6.200
EE.UU.: 5.800


El 10% de los chinos subsiste bajo la línea de pobreza
Sólo en Qatar el Bic Mac es más barato que en China
En China hay 2,25 millones de científicos e ingenieros

Fuentes:
http://unstats.un.org/
Revista ARQ
www.Arup.com
www.expo2010china.com/expo/expoenglish/index.html
Revista Wired
U.S. Patent And Trademark Office
http://www.nationmaster.com/
http://www.worldbank.org/
Netherlands Environmental Assessment Agency

HIDRÓGENO


publicado en Red Circle nº 12

ISLANDIA/
LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA
Renato Bernasconi

Islandia está convertida en un laboratorio experimental. Los habitantes de la isla del ártico tienen un proyecto país que no fue digitado por economistas ni empresarios, sino por un científico: Bragi Árnason, más conocido como Doctor Hidrógeno. El objetivo del experimento es ambicioso: convertir a la isla en la primera economía movida por hidrógeno. El futuro del transporte mundial dependerá en gran medida del éxito de dicho experimento. Es por eso que hoy científicos, inversionistas, reporteros, futurólogos y otros curiosos viajan a Islandia como lo hicieron a la Inglaterra de comienzos del siglo XIX, cuando se embarcaban a ver qué ocurría con las máquinas a vapor.


Esta sí que es una buena idea: si metiéramos hidrógeno al estanque de nuestros autos en vez de usar esos repugnantes hidrocarburos que nos corroen los pulmones y el ánimo, el tubo de escape de nuestros vehículos tiraría agua cien por ciento pura en vez de venenos como el monóxido de carbono y los óxidos de nitrógeno. Lo mejor de la idea es que el hidrógeno es el elemento químico más ligero y abundante en toda la creación. Estamos hablando del primer elemento de la tabla periódica, el mismo que constituye el 75% de la masa del universo. Ojo: si usted se mete dentro de una estrella se encontrará rodeado de hidrógeno casi puro.

Es muy probable, prácticamente un hecho, que los automóviles del futuro cercano usen hidrógeno. No tendremos que esperar mucho, nosotros los vamos a conocer, compraremos uno de aquí a dos décadas. Lo que nadie sabe, por el momento, es cómo se producirá el elemento, ni siquiera si lo vamos a meter puro en el estanque o mezclado con algún gas, como el metano. Es que el hidrógeno es la panacea, pero tiene un pequeño problema: aparece siempre asociado a otros elementos, como el carbón o el oxígeno, y hay que aislarlo a través de procesos que resultan muy caros. Paradójicamente, para producir la energía del futuro se requiere, a su vez, mucha energía. Existen métodos para aislarlo hasta con cianobacterias, pero todos ellos, hasta ahora, usan más energía para conseguirlo que la que se obtiene al final; dicho de otro modo, el remedio es peor que la enfermedad. Por ahora.

Mientras los científicos del mundo se rompen la cabeza buscando la mejor alternativa para producir el combustible del futuro, los islandeses esperan sacarle ventaja a tener la electricidad más barata del planeta. Quieren transformarse en la Kuwait del norte. La apuesta de ellos es radical: usar el potencial geotérmico e hidroeléctrico para producir hidrógeno por electrólisis. Y exportarlo al mundo junto con toda la tecnología que vayan desarrollando en el camino. Se la están jugando con todo. Tienen un proyecto país muy claro: transformarse en la primera sociedad movida por hidrógeno. Y se fijaron una meta, el 2030.

Hoy los científicos, los inversionistas, los reporteros, los futurólogos y otros curiosos viajan a Islandia como lo hicieron a Inglaterra a comienzos del siglo XIX, cuando se embarcaban a ver qué ocurría con las máquinas a vapor. El protagonista de esta nueva revolución, el nuevo James Watt, se llama Bragi Árnason. El nombre no nos dice nada, pero todo indica que para nuestros nietos será tan familiar como Franklin, Edison, Volta, Faraday y el propio Watt para nosotros. Profesor de Química en la Universidad de Islandia, Bragi Árnason ha dedicado su vida a un sueño: crear una “economía del hidrógeno” que permita a su país terminar con la importación de combustibles fósiles. Si bien en un comienzo nadie lo tomó en serio, en 1999 el gobierno de Islandia decidió emprender la reconversión. Árnason es ahora algo así como un héroe nacional. Y tiene hasta nombre de fantasía: Doctor Hidrógeno (con el fin de que usted pueda imaginar el traje del doctor, vale la pena transcribir los nombres de dos premios que ha obtenido: Cruz Islandesa de los Mandos de la Orden del Halcón y Medalla de Honor Islandesa de las Nuevas Energías).

Islandia es un país particular. Basta decir que en el año 960, cuando la isla recién se poblaba, los inmigrantes crearon una asamblea legislativa que sigue funcionando hasta hoy. Se llama Althing y ostenta el título de ser la asamblea más antigua en funciones en todo el mundo. Y no es el único récord. Una islandesa llamada Vigdís Finnbogadóttir fue la primera mujer elegida Jefe de Estado por sufragio universal. Y hay más: Reykjavik es la capital nacional más al norte del mapa. Pero lo más extravagante de Islandia es la geografía: el 11% del país está cubierto por glaciares. Se estima que los volcanes existentes en la isla han proporcionado un tercio de la lava que ha emergido a la superficie de la tierra en los últimos 500 años. Y eso que el tamaño total de Islandia equivale a la Región de Aysén.

Islandia produce hidrógeno desde 1958. Lo hace en una planta de fertilizantes que no lo transforma en energía sino en amoníaco. Como sea, se manejan hace medio siglo. En 1980, Árnason y sus colegas estudiaron el costo de producir, usando hidroelectricidad y energía geotérmica, grandes cantidades de hidrógeno para propulsar motores. Aunque el resultado reveló que era viable producir el elemento, la caída del precio del petróleo en los 80 relegó su proyecto al penúltimo anaquel de la bodega del Ministerio de Comercio e Industria. Doctor Hidrógeno ni se inmutó y, por el contrario, siguió investigando a la espera de circunstancias favorables. Todo un héroe.

En los 90, resurgió el interés por producir hidrógeno en la isla y se promovió un acuerdo para reconvertir toda la ultra contaminante flota pesquera. Si bien en principio los planes contemplaban usar hidrógeno líquido para alimentar los motores de combustión existentes en los barcos, el desarrollo de las celdas de combustible modificó los planes.

Vale la pena recordar que las celdas de combustible, también llamadas pilas de combustible, son dispositivos electroquímicos de conversión de energía similares a una batería. La diferencia es que pueden ser abastecidas de reactivos continuamente, es decir, no se agotan. No las inventó Árnason, ni siquiera son invento nuevo. El mundo las conoce desde 1839, cuando el galés William Grove hizo público un experimento que demostraba la posibilidad de generar corriente eléctrica a partir de la reacción electroquímica entre hidrógeno y oxígeno. Las celdas generan electricidad sin ninguna combustión. Tampoco emiten ruido. El único subproducto que se generan es agua 100% pura. Son tan perfectas que parecen mentira.

La apuesta islandesa es usar toda la potencia de sus ríos y geiser para producir hidrógeno por electrólisis. Sólo a un científico se le podía ocurrir algo así. A diferencia de otros países, Islandia no tiene que esperar nuevos artilugios que permitan aislar hidrógeno con la radiación solar, la fuerza del viento o las mareas a un costo razonable. Con su energía geotérmica y sus baratos recursos hídricos (la isla está en la ruta de los ciclones del norte del Atlántico, que pasan cargados de humedad), puede producir hidrógeno más barato que nadie. Y están en ello, moviéndose.
Desde el año 2003, circulan por la capital tres buses Mercedes Benz impulsados por hidrógeno. Ese mismo año, Reykjavik se convirtió en la primera ciudad del mundo en tener un servicentro que distribuye el elemento. Y lo mejor de todo es que el hidrógeno es producido por electrólisis de agua. La electricidad para separar los átomos de la molécula viene de los ríos o los geiser. Eso es movilidad limpia.

La Unión Europea respalda fuerte el proyecto del país de los volcanes. Buses del mismo tipo están siendo testeados en Ámsterdam, Luxemburgo, Madrid, Barcelona, Londres y Hamburgo. Imagine qué conveniente resultaría tener energía en casa, casi en la puerta, en vez de mandar a buscar barriles a esa caldera del diablo en que está convertido el oriente medio. Por lo demás, alemanes, daneses, ingleses y hasta españoles saben que una vez que bajen el precio de la energía limpia van a producir hidrógeno ellos mismos. Mientras, los islandeses no paran de moverse.


PROYECTO PAÍS
Según la CIA, la islandesa es una de las sociedades más cohesionadas. Hoy están todos detrás del mismo sueño: ser la primera economía hidrogenizada. 1999 es el año clave. Fue entonces cuando el gobierno dio el sí a los planes de Árnason, el Doctor Hidrógeno. Ese año se formó Icelandic New Energy (INE), un consorcio dividido en dos áreas. Por un lado, VistOrka, que controla el 51% de las acciones de INE y está compuesto por compañías locales de energía, institutos de investigación, académicos y el mismísimo gobierno, todos ellos liderados por Icelandic New Business Venture Fund. El 49% restante está en manos de tres compañías internacionales líderes de su sector: DaimlerChrysler, bien conocida por su desarrollo de vehículos de hidrógeno, Shell Hydrogen, que trabaja en un sistema de distribución para el combustible, y la noruega Norsk Hydro Electrolysers, que produce tecnología para obtener hidrógeno por electrólisis.

Así las cosas, el país entero está convertido en un laboratorio experimental. En un comienzo, VistOrka actuó como un facilitador, su objetivo era probar de una vez por todas las nuevas tecnologías asociadas al hidrógeno. Pusieron el foco en los sectores que no trabajaban con energía renovable y metieron mano en el transporte terrestre y la flota pesquera, áreas que sumadas consumían el 86% del petróleo y en los ´90 tenían al país convertido en uno de los mayores emisores de dióxido de carbono del planeta.

Hoy VistOrka recibe invitaciones para desarrollar proyectos y explorar posibilidades en todo el mundo. En el futuro harán foco en todos los aspectos de la producción, distribución, y uso de hidrógeno y energía renovable. Esto incluye soluciones que van desde softwares para manejo operacional hasta sistemas de control. Su principal capital es la ventaja de estar a la cabeza y su capacidad de solucionar los problemas primero que el resto.

Mientras, INE sigue de cerca el desarrollo de motores a hidrógeno. Como todavía no está claro si los autos del futuro usarán hidrógeno o metano para alimentar las celdas de combustible, el consorcio trabaja por dejar atrás las desventajas del almacenamiento y la distribución del primero. En el proceso, van inventando nuevas tecnologías. Como sea, incluso si la balanza se inclina por la opción menos verde (las celdas de metano producen dióxido de carbono), Islandia espera estar a la cabeza del cambio. Pero ya no con tanta ventaja.


Islandia
Población: 299.388 habitantes
Superficie: 103.000 k2
Superficie cultivable: 0,07%
Superficie cubierta por glaciares: 11%
Tasa de desempleo: 1,3%
Teléfonos celulares: 304.000
Usuarios de Internet: 258.000
Ejército: no tiene


Islandia en los ranking económicos mundiales:
Cuarto en eficiencia para negocios
Sexto en PIB por habitante
14º en libertad económica


LAS EMPRESAS

DAIMLERCHRYSLER formó una sociedad de 800 millones de dólares junto con Ford y Ballard Power Systems (el fabricante de celdas de combustible nº 1). El objetivo de esta sociedad es desarrollar vehículos alimentados por celdas de combustible. DaimlerChrysler apoya la opción de que los vehículos utilicen hidrógeno directamente, ya que los dispositivos que ha desarrollado para convertir metano son caros y voluminosos.

ROYAL DUTCH SHELL es la compañía petrolera que está más avanzada en los planes de reconversión energética. En 1998, Shell creó una división llamada Shell Hydrogen. La compañía espera islandizar al resto del planeta y se ha fijado como meta que el 50% de la energía usada en la tierra provenga de fuentes renovables para el 2050. Shell apoya la opción de que los vehículos utilicen hidrógeno directamente.

NORSK HYDRO PRODUKSJON es un conglomerado de industrias y compañías de energía Noruegas. Produce hydrógeno en Noruega e Islandia y está involucrada en un plan piloto para que los buses de Oslo funcionen con celdas de combustible.

VISTORKA en el holding están presentes New Business Venture Fund, la Universidad de Islandia, la Planta Nacional de Fertilizantes, la Planta geotérmica de Reykjan, el Instituto Tecnológico de Islandia, la Compañía de Energía Municipal de Reykiavik e, indirectamente, la Compañía de Buses de la Cuidad de Reykiavik. Vistorka es tiene el 51% de Icelandic New Energy.


LOS CIENTÍFICOS

Benjamín Franklin: (1706-1790) Político, científico e inventor norteamericano. Comprobó que los rayos son descargas eléctricas. Inventó el pararrayos. Fue el primero en estudiar la Corriente del Golfo.

James Watt: (1736-1819) Matemático e ingeniero escocés. Convirtió la máquina de vapor en un artefacto viable para producir energía económica. Creó la unidad que conocemos como “caballos de potencia”.

Alessandro Volta: (1754-1827) Físico italiano. Construyó la primera pila. Identificó y aisló el metano. La unidad de fuerza electromotriz lleva el nombre de Voltio desde 1881.

Michael Faraday: (1791-1867) Físico y químico inglés. Construyó el primer motor eléctrico. Descubrió la inducción electromagnética, además del benceno y dos cloruros de carbono. Demostró que los fenómenos magnéticos y eléctricos están relacionados. Inventó palabras como electrodo, ánodo y cátodo. La unidad de capacidad eléctrica se llama faradio.

Thomas Alva Edison: (1847-1931) Inventor y empresario norteamericano. Entre sus inventos figura el fonógrafo, el mimeógrafo, y el quinetoscopio. Perfeccionó y patentó la lámpara incandescente y la película de celuloide con perforaciones. Fundó General Electric. Intentó quitar a los hermanos Lumiére la patente de la primera máquina de cine.


Links:
Para ver los buses
http://www.global-hydrogen-bus-platform.com/

Para saber más de INE
http://www.newenergy.is/newenergy/en

Para conocer al líder en celdas de combustible
http://www.ballard.com/